El mensaje navideño de Juan Pablo II a los niños del mundo
Ciudad de México, 24 de diciembre de 2023.- En los días previos a la Navidad de 1994 el papa Juan Pablo II escribió una carta a los niños del mundo en donde explica el sentido y significado de esta fiesta, a continuación te contamos qué redactó el Papa hace 29 años. Dicha carta esta dividida […]
Ciudad de México, 24 de diciembre de 2023.- En los días previos a la Navidad de 1994 el papa Juan Pablo II escribió una carta a los niños del mundo en donde explica el sentido y significado de esta fiesta, a continuación te contamos qué redactó el Papa hace 29 años.
Dicha carta esta dividida en cuatro partes.
Nace Jesús
En esta primera parte después del saludo el papa Juan Pablo II refiere que “la Navidad es la fiesta de un Niño, de un recién nacido” por lo que dice que también es una fiesta para niños, quienes esperan esta fecha con impaciencia y la prepararan con alegría, contando los días y casi las horas que faltan para la Nochebuena de Belén.
De igual forma el papa contó cómo vivía la navidad cuando era un niño.
Queridos niños, les escribo acordándome de cuando, hace muchos años, yo era un niño como ustedes. Entonces yo vivía también la atmósfera serena de la Navidad, y al ver brillar la estrella de Belén corría al nacimiento con mis amigos para recordar lo que sucedió en Palestina hace 2000 años.
Los niños manifestábamos nuestra alegría ante todo con cantos. ¡Qué bellos y emotivos son los villancicos, que en la tradición de cada pueblo se cantan en torno al nacimiento! ¡Qué profundos sentimientos contienen y, sobre todo, cuánta alegría y ternura expresan hacia el divino Niño venido al mundo en la Nochebuena! También los días que siguen al nacimiento de Jesús son días de fiesta: así, ocho días más tarde, se recuerda que, según la tradición del Antiguo Testamento, se dio un nombre al Niño: llamándole Jesús.
Y finaliza esta primera parte invitando a la reflexión, contando que en aquellos tiempos (no tan distintos a los actuales) “muchos niños, por desgracia, sufren o son amenazados en varias partes del mundo: padecen hambre y miseria, mueren a causa de las enfermedades y de la desnutrición, perecen víctimas de la guerra, son abandonados por sus padres y condenados a vivir sin hogar, privados del calor de una familia propia, soportan muchas formas de violencia y de abuso por parte de los adultos”
Y finaliza con la siguiente pregunta:
¿Cómo es posible permanecer indiferente ante al sufrimiento de tantos niños, sobre todo cuando es causado de algún modo por los adultos?
Jesús da la Verdad
En la segunda parte del mensaje , Juan Pablo II relata sobre la infancia de Jesús, cuenta el pasaje del evangelio de San Lucas donde el niño Jesús con sus padres sube al templo de Jerusalén con motivo de la Pascua y es encontrado en el templo predicando.
Y especifica que aquel niño que “contemplamos en el nacimiento” y que a los doce años dialoga con los los doctores en el Templo de Jerusalén es el mismo hombre adulto que más tarde, con treinta años, comenzará a anunciar la palabra de Dios, llamará a los doce Apóstoles, y que será seguido por multitudes.
Agrega que el niño recién nacido , durante su vida adulta tendrá “un afecto extraordinario por los niños”, haciendo referencia a que Jesús en sus predicaciones pone a los niños como modelo para los adultos.
Juan Pablo II cierra esta segunda explicando el mensaje principal de la Navidad, citando el inicio del evangelio de San Juan, en donde refiere que todos los que reciben a Jesús, son hijos de Dios.
¡Hijos de Dios! ustedes, queridos niños, son hijos e hijas de sus padres. Ahora bien, Dios quiere que todos seamos hijos adoptivos suyos mediante la gracia. Aquí está la fuente verdadera de la alegría de la Navidad.
Jesús se da a sí mismo
En la tercera parte de la carta de Navidad a los niños, el papa Juan Pablo II habla sobre la Eucaristía, explica que fue instituida por Cristo la víspera de su pasión durante la Ultima Cena agrega que es un sacramento de la Nueva Alianza, más aún, el más importante de los sacramentos.
E invita a los niños a frecuentar la comunión para para seguir en amistad íntima con Jesús.
¡Cuántos niños en la historia de la Iglesia han encontrado en la Eucaristía una fuente de fuerza espiritual, a veces incluso heroica! ¿Cómo no recordar, por ejemplo, los niños y niñas santos, que vivieron en los primeros siglos y que aún hoy son conocidos y venerados en toda la Iglesia? Santa Inés, que vivió en Roma; santa Agueda, martirizada en Sicilia; san Tarsicio, un muchacho llamado con razón el mártir de la Eucaristía, porque prefirió morir antes que entregar a Jesús sacramentado, a quien llevaba consigo.
También en esta sección Juan Pablo II recuerda que Jesús y su Madre eligen con frecuencia a los niños para confiarles tareas de gran importancia para la vida de la Iglesia y de la humanidad, e invita los niños a estar en oración.
Lo anterior, dice Juan Pablo II, es el punto más importante de su carta ya que pide a los niños mantenerse en oración por “los problemas de su familia y de todas las familias del mundo”.
Finaliza “El Papa espera mucho de vuestras oraciones. Debemos rezar juntos y mucho para que la humanidad, formada por varios miles de millones de seres humanos, sea cada vez más la familia de Dios, y pueda vivir en paz”.
¡Alabad el nombre del Señor!
Finalmente Juan Pablo II le pide a los niños que no dejen de alabar a Dios, cita el salmo 113 que dice “¡Alabad niños al Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre. De la salida del sol hasta su ocaso, sea loado el nombre del Señor!”
Agrega que le emociona que los niños de todos los continentes, en la noche de Belén, miran con fe al Niño recién nacido y viven la gran alegría de la Navidad. Cantando en sus lenguas, alaban el nombre del Señor. De este modo se difunde por toda la tierra la sugestiva melodía de la Navidad.
Antes de terminar Juan Pablo II invita a sus lectores a buscar su vocación y les recuerda que Dios los ama y concluye con el siguiente párrafo:
Les deseo unas fiestas gozosas y serenas; espero que en ellas vivan una experiencia más intensa del amor de sus padres, de los hermanos y hermanas, y de los demás miembros de su familia. Que este amor se extienda después a toda su comunidad, mejor aún, a todo el mundo, gracias a ustedes, queridos muchachos y niños. Así el amor llegará a quienes más lo necesitan, en especial a los que sufren y a los abandonados. ¿Qué alegría es mayor que el amor? ¿Qué alegría es más grande que la que tú, Jesús, pones en el corazón de los hombres, y particularmente de los niños, en Navidad?
Después Juan Pablo II pronunciar su bendición y finaliza su carta.