El iceberg más grande del mundo va a la deriva; amenaza biodiversidad en Georgia del Sur
El derretimiento de icebergs de esta magnitud tiene un impacto significativo en los ecosistemas marinos
Ciudad de México, 26 de enero del 2025.- Desde que se desprendió de la plataforma de hielo Filchner-Ronne en 1986, el iceberg A23a, considerado el más grande del mundo, ha permanecido a la deriva.
Con una extensión 30 veces mayor que la ciudad de París, esta gigantesca placa de hielo avanza lentamente hacia un destino incierto, pero potencialmente catastrófico: la isla británica de Georgia del Sur.
Un peligro para la vida silvestre y la navegación
Expertos en la materia han advertido que, de colisionar con Georgia del Sur, el A23a podría bloquear rutas de alimentación vitales para focas y pingüinos que habitan la región. Este bloqueo afectaría gravemente su supervivencia, al dificultar su acceso a los recursos alimenticios del océano.
Además, el iceberg representa un riesgo significativo para la navegación en las aguas circundantes, ya que su tamaño y trayectoria impredecible lo convierten en un obstáculo difícil de evitar.
Trayectoria y posible impacto
Según Andrew Meijers, oceanógrafo del British Antarctic Survey, las corrientes oceánicas indican que el A23a podría llegar a Georgia del Sur en un plazo de dos a cuatro semanas. Sin embargo, su trayectoria exacta sigue siendo incierta.
Entre los posibles escenarios se contempla que el iceberg:
- Sea arrastrado hacia aguas profundas del Atlántico Sur, más allá de la isla.
- Colisione con el fondo marino, quedando varado durante meses.
- Se fragmente en múltiples pedazos, creando nuevos riesgos para la fauna marina local.
Esta situación evoca un incidente previo en 2004, cuando una sección del iceberg A38-B quedó varada frente a Georgia del Sur.
En aquella ocasión, el acceso de focas y pingüinos a sus zonas de alimentación fue bloqueado, afectando seriamente a estas especies.
Impacto ambiental
El derretimiento de icebergs de esta magnitud tiene un impacto significativo en los ecosistemas marinos. Según el medio Science Alert, al desintegrarse, los icebergs alteran los niveles de carbono y nutrientes en el agua, afectando las cadenas alimentarias y la vida acuática bajo las olas.
En el caso del A23a, su derretimiento se ralentizó por más de tres décadas al permanecer varado en el Mar de Weddell. Sin embargo, su reciente movimiento hacia el Atlántico plantea nuevos desafíos para la biodiversidad y la estabilidad ambiental de la región.