Opinión

Bajo Fuego – Una historia criminal

Por el homicidio de Camarena lo más seguro es que Caro Quintero sea condenado a muerte

Bajo Fuego – Una historia criminal
Adriana Olea
marzo 03, 2025 1:30 pm

   José Antonio Rivera Rosales

   Inédito y sorpresivo el traslado de 29 capos del crimen organizado,  puestos a disposición de las autoridades norteamericanas como una muestra más de la buena fe del gobierno mexicano.

   Fue, desde luego, el mejor regalo que la presidenta Claudia Sheinbaum pudo hacerle a la Casa Blanca, en particular la entrega del capo Rafael Caro Quintero, contra quien existen procedimientos penales en los Estados Unidos por tráfico de drogas pero especialmente por el asesinato de Enrique Camarena Salazar, agente de la DEA masacrado por el extinto Cartel de Guadalajara.

   Aunque entre los criminales trasladados a los Estados Unidos hay algunos notables, como el caso de Vicente Carrillo Fuentes, jefe del Cártel de Juárez y hermano de Amado Carrillo El Señor de los Cielos, así como  los hermanos Treviño Morales, fundadores del grupo de Los Zetas -uno de los más violentos que han existido en el país-, la relevancia de Caro Quintero es indubitable, especialmente por el caso de Camarena.

   En noviembre de 1984 las autoridades mexicanas encontraron un rancho con cuatro mil hectáreas sembradas con marihuana, que contaban con un sistema de riego y vigilancia las 24 horas. Era el rancho El Búfalo, situado en territorio del estado de Chihuahua, que contaba con cientos de trabajadores y era vigilado por personal militar al mando de un general del ejército.

   En su momento fue un gran escándalo.

   Aunque nunca se supo quién era el general involucrado, se conoció de inmediato que el dueño de esos sembradíos era un joven capo de nombre Rafael Caro Quintero, de quien se conocía su carácter impetuoso y violento. Tampco se supo cuál fue la fuente de información que alertó al gobierno mexicano. Es probable que haya sido el propio agente de la DEA, Enrique Camarena, quien dio el aviso.

   El caso es que varios meses después del escándalo, el agente de la DEA fue secuestrado y conducido a un domicilio en la propia ciudad de Guadalajara, donde fue sometido a tortura hasta la muerte.

   Los jefes del Cártel  eran  en ese entonces Miguel Angel Félix Gallardo, el capo de tutti capos por esas fechas. Le seguía Ernersto Fonseca Don Neto y, por supuesto, Caro Quintero.

   Al conocerse la muerte de Camarena -quien fue masacrado junto con Alfredo Zavala Avelar, piloto del bimotor en que se transportaba el agente de la DEA- el gobierno norteamericano presionó a su par mexicano para que fueran entregados sus asesinos. 

   Inclusive en aquel momento de 1985, Estados Unidos cerró la frontera con México como una forma de presión para obligar al gobierno mexicano a investigar y detener a los capos, sinaloenses todos. El cierre de la frontera causó una gran conmoción entre la polación fronteriza de ambos países.

   Pero pasó algo muy curioso: aunque fueron detenidos los tres capos, nunca fueron entregados a la DEA, que los reclamaba.

   De manera paulatina fueron surgiendo informaciones que abundaban sobre las circunstancias en las que fue asesinado Camarena Salazar, pero siempre se creyó que fueron los criminales del cartel los que masacraron al agente, hasta que filtraciones de la época apuntaron a una colusión desde altos niveles del gobierno mexicano con los delincuentes.

  El nombre que salió a relucir fue el del secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz,  quien según las versiones estaba al tanto del secuestro y tortura aplicada al agente de la DEA. Y si lo sabía Bartlett, claro que también lo sabía el presidente. Además de los delincuentes, quienes operaron el secuestro fueron agentes de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), que estaba bajo el mando de Bartlett.

   En un reportaje firmado por Jesus Esquivel, la revista Proceso dio a conocer la versión de exagentes de la DEA que, en 2013, revelaron una bomba: Camarena fue asesinado con auspicio y participación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), dado que había descubierto que los mandos de aquella dependencia norteamericana tenían un trato con los criminales para comprar cocaína a Colombia con el fin de financiar armas a la contra nicaraguense.

   Todo esto lo recuerda el colega Carlos Ortiz Moreno en una excelente reseña que publica en su portal Expresiones Guerrero, donde afirma que los exagentes Phil Jordan, Héctor Berrellez y Tosh Plumliee -este último piloto al servicio de la CIA- revelaron que fue la propia agencia norteamericana (CIA) la que ordenó a su agente en México, Félix Ismael Rodríguez, que participara en el secuestro, tortura y muerte de Camarena. La versión nunca fue desmentida por el gobierno estadunidense.

   Así pues, esta información es concluyente para establecer que lo de Camarena fue un crimen de estado…pero del estado norteamericano.

   Con todo, en el sector oficial de ambos países se mantuvo la versión de que fue el llamado Cártel de Guadalajara el que torturó y mató a Kiki Camarena, con el supuesto apoyo de un médico mexicano de nombre Humberto Alvarez Machain, quien fue secuestrado en territorio nacional por agentes de la DEA para confirmar su versión de la tortura.    

   Después del secuestro de Alvarez Machain -quien finalmente fue absuelto por jueces de Estados Unidos-, el médico fue liberado.  Con base en este antecedente fue que en 1994 los gobiernos de ambos paises firmaron un convenio de extradición vigente hasta la fecha.

   Como sea, el caso es que más de 40 años después de aquellos acontecimientos, finalmente la DEA recibió a Caro Quintero como regalo adelantado. Por el homicidio de Camarena lo más seguro es que sea condenado a muerte.  

   De todos los capos del narco, Caro fue siempre el de mente empresarial y de emprendimiento. Hace unos cuatro años trascendió entre dirigentes naturales de la sierra que fueron visitados por un narco histórico, quien les ofreció armas y dinero para cultivar sembradíos de hojas de coca.

   Esos cultivos fueron detectados a partir de 2021 en la Sierra Madre  del Sur, en la cresta de la coordillera, entre los municipios de Atoyac, Tecpan y Tlacotepec. A la fecha el ejército ha contabilizado más de 60 mil hectáreas sembradas con la planta de la coca, que se ha adaptado fácilmente a la orografía guerrerense. Según los trascendidos, el capo que visitó esas tierras era Rafael Caro Quintero.

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