A un año del huracán Otis, Acapulco sigue luchando por su recuperación
Poco antes de la medianoche del 23 de octubre, Otis tocó tierra en Acapulco con una fuerza arrolladora
Acapulco, 23 de octubre de 2024 – Hace exactamente un año, el 24 de octubre de 2023, el huracán Otis impactó con una fuerza nunca antes registrada en el Pacífico mexicano desde que existen los satélites.
La tragedia golpeó de manera devastadora a Acapulco y Coyuca de Benítez, dejando cicatrices que, un año después, todavía son evidentes en la región, donde la reconstrucción sigue siendo un desafío monumental.
El impacto de Otis: devastación en tiempo récord
La mañana del 24 de octubre de 2023, Acapulco vivía un día como cualquier otro, con turistas en la playa y la rutina habitual de un martes. Sin embargo, cerca de las costas se encontraba Otis, una tormenta tropical que, en cuestión de horas, se convirtió en un poderoso huracán categoría 5, con rachas de viento superiores a los 300 km/h.
Su rápida evolución tomó a muchos por sorpresa, y aunque se activaron protocolos de emergencia, pocos abandonaron sus hogares.
En la medianoche del 24 de octubre, Otis tocó tierra en Acapulco con una fuerza arrolladora. Las ráfagas de viento y las lluvias intensas desataron el caos, arrancando techos, derrumbando viviendas y causando desbordamientos de ríos y deslaves. Al amanecer, la ciudad se encontró sin electricidad, con calles y carreteras bloqueadas por la caída de árboles y postes de luz, y sin señal de comunicación.
El saldo humano y material fue trágico. Otis dejó al menos 50 personas fallecidas y decenas de desaparecidos. Además, provocó afectaciones en prácticamente toda la infraestructura hospitalaria, educativa y hotelera de Acapulco. En la bahía, no quedó un solo yate o embarcación a flote, y la tripulación de muchos de ellos sigue sin aparecer.
La rapiña agrava la crisis
La devastación del huracán fue solo el principio. Pronto, la desesperación de algunos llevó a una ola de saqueos en supermercados y tiendas locales, como Sam’s Club, Chedraui, Liverpool y Sears. No solo se llevaron alimentos, sino también ropa, electrónicos y hasta vehículos.
Esto causó un desabasto de productos básicos y generó pánico entre los habitantes, que respondieron organizando guardias nocturnas para proteger sus viviendas.
La llegada de la ayuda y el esfuerzo de reconstrucción
En los días posteriores al desastre, las autoridades federales y estatales comenzaron a liberar algunas vialidades, lo que permitió el arribo de ayuda humanitaria. El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció un Plan General de Reconstrucción para Acapulco y Coyuca de Benítez, que incluyó apoyos económicos de 8 mil pesos y la entrega de enseres domésticos.
Caravanas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) trabajaron para restaurar el suministro de energía, mientras que elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional, la Guardia Nacional y la Secretaría de Marina distribuyeron despensas y ayudaron en las labores de búsqueda y rescate. Organizaciones internacionales como World Central Kitchen, liderada por el chef José Andrés, comenzaron a proporcionar raciones diarias de comida, un esfuerzo que aún persiste.
Equipos de rescate de todo el país se unieron a los esfuerzos, desde los Topos de la Ciudad de México hasta brigadas de barrenderos y voluntarios que llegaron para limpiar escombros y apoyar a las comunidades más afectadas.
Huracán John: un nuevo golpe a la región
A un año de Otis, la recuperación de Acapulco recibió otro duro golpe con la llegada del huracán John el 23 de septiembre de 2024.
Las intensas lluvias de John afectaron gravemente a la región de la Costa Chica y Costa Grande, sumergiendo los avances logrados en la reconstrucción. En apenas cuatro días, la ciudad registró el 80% de su precipitación anual, con inundaciones que alcanzaron hasta 2.5 metros de altura y que afectaron a 40 mil viviendas. Más de 10 mil personas debieron ser rescatadas, y 128 mil lo perdieron prácticamente todo.
Un futuro incierto, pero con esperanza
Hoy, a un año del desastre, Acapulco sigue en pie, aunque la reconstrucción está lejos de completarse. Los habitantes de la región, con el apoyo de autoridades, voluntarios y organizaciones, enfrentan un camino de recuperación lento y difícil.
Las cicatrices de Otis y John perdurarán, pero la resiliencia de quienes llaman a esta tierra su hogar sigue siendo el motor para superar la adversidad.