La respuesta no es la huida
¿Es realmente la solución huir para sentirnos a salvo?
Ante un evento traumático de cualquier índole, una de las primeras respuestas, por quizás su sencillez, es la de escapar o huir de eso que nos aqueja, que nos da miedo, que nos molesta o nos recuerda lo que intentamos, pero fracasamos.
Pensar en que la huida es una forma de sentirnos a salvo, muchas veces es una sensación corriente que más de una vez ha cruzado por nuestra mente… Es probable que otros lugares nos ayuden a recobrar nuestra felicidad, pero el lugar por sí solo no cambia nada. Y si te identificas con ello, sabrás que huir nunca fue la solución.
Cuando huyes de algo o alguien, cualquiera de las dos cosas siempre vendrá con nosotros allá donde vayamos; si es algo que nos pasó, necesitamos superarlo. A nuestro ritmo, solos o con ayuda, pero siempre superarlo.
Los miedos que nos acompañaron desde siempre, los cambios vertiginosos nos hacen sentir inseguros y vulnerables, hasta débiles. Sin embargo, querer huir y reconocerlo es el primer paso para salir adelante.
¿Por qué quiero huir?
La explicación de lo corriente de esta sensación se debe a que nuestro cerebro “está diseñado” para actuar de esa manera.
Diversos estudios señalan que, cuando una persona está bajo un nivel de presión y estrés intenso, el cerebro responde de cuatro maneras básicas: luchar, congelarse, adular o huir:
- La respuesta de lucha implica enfrentar agresivamente las amenazas percibidas.
- La de congelación utiliza la quietud para evitar el peligro o hace que las personas sean incapaces de actuar contra él.
- La del adulamiento busca complacer a otra persona para evitar conflictos.
- Y la respuesta de huida te lleva a correr de una situación amenazante.
De acuerdo con la psicóloga clínica Therese Mascardo, la fantasía de escapar “es un mecanismo común que alivia superficialmente cierta presión por estrés“.
Eso significa que huir es simplemente una de las formas en que las personas responden cuando su vida se pone difícil. Algo integrado en nuestros instintos de supervivencia.
Me explico: huir es una carrera que nunca ganarás.
Posponer el enfrentamiento de la situación, nos ayuda muchas veces a tomar aire y cambiar de perspectiva. Pero AHÍ deja de ser huida y se convierte en un periodo de reflexión y supervivencia, porque eventualmente habrá que volver allí de donde queremos irnos y hacer/enfrentar lo que no habíamos hecho.
Cuando huyes para soportar, nunca volverás a ser el mismo que eras antes del viaje; las emociones que sentiste te definen y es en esos momentos donde realmente te pones a prueba. Salir no solo de las situaciones difíciles, sino de los sentimientos más duros y lograr superarlos, además de sus causas, tiene sus consecuencias.
Cuando la tormenta termina, descubres que has experimentado, cambiado y aprendido. La huida nunca habrá sido la respuesta, sino cómo has afrontado todas esas ganas de huir.
En los momentos de mayor crisis, lo que sirve es esforzarse al máximo para superar la situación que enfrentamos, aunque eso implique el mayor choque emocional de nuestra vida.
Porque en ese camino descubrirás que no estás solo, que Siempre hay algo o alguien que no va a dejar que no podamos más, que no nos dejará huir, sino luchar con todas nuestras fuerzas.