Tecnología de Elon Musk conectó Acapulco con el mundo tras el paso de Otis
La empresa en la cual trabaja Raymundo se trajo a Acapulco un equipo de enlace satelital Starlink “por si se ofrecía”, sin saber que horas después un huracán categoría 5 destruiría las comunicaciones.
Acapulco, Gro., 05 de noviembre.- El testimonio de Raymundo Ceja es una serie de afortunados milagros en medio del más grande de los infortunios que ha azotado el puerto de Acapulco.
“No es un milagro, son muchos, y este texto tiene el objetivo de contarles la historia y destacar esos milagros que no se pueden explicar más que volteando hacia arriba, al cielo”, cuenta Raymundo en el relato que compartió vía redes.
Cómo miles más, Raymundo Ceja se dispuso a viajar a Acapulco al Congreso Internacional de Minería. (¿Sabías que en el huracán Paulina en 1997 también miles de mineros se quedaron varados en Acapulco?).
Los trabajos de minería muchas veces implican trasladarse a zonas remotas en donde no hay comunicación. En XXXX Elon Musk creó Starlink, una pequeña antena tipo Dish que permite tener internet vía satélite, por lo cual no se necesita un módem, una red de datos ni nada. Solo energía eléctrica. Estas antenas fueron la salvación para aquellas empresas que necesitan internet en lo más inhóspito de la Tierra.
“Ya en el hotel -Emporio- hice mi check-in normal y al lado mío llegó una señora de edad avanzada, preocupada por lo que le dijeron que vendría. Preguntaba si había medidas de seguridad suficientes y le dijeron que sí. Me sumé a la conversación y todo quedó en que era común que meteoros los golpearan y que los vidrios eran templados y no debería haber mayor problema. Yo sabía lo que vendría. Ya me había tocado un huracán categoría 2 hace algunos años y hasta ese día esa era una de las experiencias más traumáticas de mi vida. Hoy que lo veo en retrospectiva eso fue en comparación una salida al parque”, relata.
“El hotel, como muchos de playa, tenía pasillo exterior y sólo tenía vidrios abiertos de protección como barandales. Cuando escuché que esos vidrios estaban tronando en secuencia fue cuando tomé la decisión de convocar a mi equipo por teléfono y sugerir que en el acto nos fuéramos a resguardar abajo a algún lugar que estuviera confinado”.
Los vientos de Otis, como de licuadora
“Ya en el vestíbulo del piso 6 se había desprendido el plafón, los muebles habían volado y el elevador abría y cerraba pues había escombro que no lo dejaba cerrar, otro milagro. En ese momento mientras decidía si meterme o no, llegó una ráfaga que me arrancó los lentes. Con la graduación que uso, prácticamente me quedé legalmente ciego. Me metí al elevador que todavía estaba energizado, me persigné, quité los escombros de la puerta y presioné PB, empezó a descender y abrió en la planta baja. Estaba aturdido, desconcertado y ciego“, relata.
Raymundo, su equipo de ingenieros y otros turistas se refugiaron en el salón de Los Espejos. Ahí escucharon y a ratos sintieron la furia de Otis: “Se escuchaba el viento como si fuera una licuadora y se escuchaban golpes que seguro eran autos volando, techos cayendo y estructuras colapsando. Hay un momento de calma cuando va pasando el ojo y después otra vez la licuadora. “
Acapulco se quedó incomunicado, pero el Starlink sobrevivió a Otis
Ya de mañana Raymundo y su equipo buscaron algún lugar con energía para conectar el Starlink para generar una red WiFi y se instalaron en el comedor del hotel.
“Ese punto de Acapulco donde estábamos se convirtió en ese momento en el único enlace hacia el exterior de toda la ciudad. Había cinco personas ahí en el momento que lo habilitamos, luego de 10 minutos estimo, ya eran 200 personas las que estaban conectadas a nuestra red y pudiendo al menos avisar a su familia que se encontraban bien. En ese lugar estimo le dimos conectividad a unas 700 personas; de ahí salieron las primeras imágenes que llenaron la redes”, platica.
Poco después planearon trasladarse al Mundo Imperial donde estaba la otra parte de su equipo y en donde ya les habían conseguido espacio. Pero antes de partir, a las 7 pm se agotó la planta de luz del Hotel, todo quedó a oscuras y el Starlink se apagó.
Entonces fueron a la camioneta y la encendieron para conectar el equipo y seguir proveyendo comunicación.
Al pensar en el Diésel, y tratar de buscarlo, Raymumdo fue testigo del saqueo feroz en Acapulco e incluso drenando gasolina.
“Podías ver los ojos de mucha gente que estaba ya en esos momentos en modo “salvaje”, comenzaba la rapiña más feroz que jamás he visto.”
“Tengo taladradas imágenes en la cabeza de gente en medio de los ríos de agua cargando televisiones, ropa, muebles y hasta lavadoras. Vi un vocho con una persona el el techo deteniendo un anaquel de ropa que sustrajeron de alguna tienda y gente gritando. La gente que hacía esta rapiña la podría contar en los cientos. Mucho de esto lo han visto en la televisión, verlo en vivo es terrorífico.”
Los milagros de comunicación se sucedieron uno tras otro.
“Una señora que se conectó y habló con su familia explotó en llanto y me abrazó, tomó mis manos y las besó. En este punto sentí que me partía un rayo. Me cayó encima una realidad avasalladora. Que dolor, que preocupación masiva tan grande y de tantos. Que milagro tener la posibilidad de comunicarme con mi familia y poder ayudar en algo para que los demás lo hicieran”, cuenta sobre el momento más conmovedor que tuvo en la tragedia.
Tras salvar varios obstáculos, Raymundo llegó hasta Mundo Imperial en donde nuevamente habilitaron la comunicación vía Starlink mientras coordinaban un plan de evacuación. Desde las siete de la mañana y hasta las 12 de la noche estuvieron conectando a gente principalmente turistas con todo el mundo.
Y así estuvieron hasta las dos de la tarde del día siguiente esperando dos bidones de combustible para salir de Acapulco. “Ya nada más estábamos esperando los bidones de diesel hasta que llegaron, vacíos, les habían robado el combustible.
Decidimos salir de Acapulco a toda costa, quedáramos donde quedáramos pero fuera de ahí.”
Así se aventuraron hasta Tierra Golorada a donde llegaron con el olor del diésel, ese fue un milagro más. Ya después siguieron hasta Ciudad de México.
Raymundo Ceja cerró su relato con una reflexión: “Darle gracias a Dios por que tuvieron que pasar milagros, muy bien colocados y en tiempos perfectos que son inexplicables a la lógica. Que conocimos personas que se cruzaron en el camino y fueron parte de una sinergia que sacó las cosas adelante. De otra forma no hubiera sido posible.”
Se estima que en los cuatro días que Raymundo estuvo en Acapulco logró conectar a más de cinco mil personas con sus familiares gracias al sistema de Starlink.
“Aquí estoy, agradecido, iluminado, humilde y ¡vivo!. Las cosas nunca serán iguales. Cuando la vida se nos pinta en blanco y negro como en ésta, tenemos la oportunidad de revalorizar qué es lo importante y renacer. Así lo veo y así será”, finaliza.