Opinión

Gobierno federal oculta, con mentiras, la magnitud del desastre en Acapulco

Todo porque el gobierno federal miente, miente, miente y oculta la verdad al mundo

Gobierno federal oculta, con mentiras, la magnitud del desastre en Acapulco
anews
noviembre 06, 2023 6:13 pm

Por: Miguel Ángel Mata Mata

DEDICO ÉSTE RELATO A MARCIAL CAMPUZANO, JORGE ROMERO, MIGUEL ÁNGEL CAMPUZANO, ISABEL ORTEGA, MARTÍN OLVERA, SERGIO MONTES E INDALECIA PACHECO.


SU APAPACHO LLEGÓ A 34 FAMILIAS, ENTRE REPORTEROS DE ACAPULCO Y VECINOS DEL FRACCIONAMIENTO MOZIMBA.


GRACIAS ES LA PREDISPOSICIÓN A FAVORECER O PROTEGER A ALGUIEN, ESPECIALMENTE SIN CONTRAPARTIDA. USTEDES LO HICIERON.


CON CARIÑO.

Chilpancingo, Guerrero. Noviembre del 2023.

¿QUE TODO EL MUNDO SE ENTERE?


— “Hola, prima ¿Cómo te fue con el huracán?
— ¿Me fue? Me sigue yendo. No hay luz, agua ni comunicación. Te respondo porque vine a Chilpancingo.
— ¡Ay, no manches! Si ya dijo el presidente que Acapulco ya está listo con luz y agua al cien por ciento.
— ¡Eso es mentira, prima, es mentira!


Y así. De Tijuana, Canadá, Estados Unidos, la Ciudad de México, Sinaloa, Yucatán o Chiapas, nadie sabe la magnitud del desastre ocurrido en Acapulco.


Todo porque el gobierno federal miente, miente, miente y oculta la verdad al mundo.


— “Afuera todo existe, nada adentro”, cantaron alguna vez Los Caifanes.

LLEGAR A CHILPANCINGO


Les preguntaron por qué llegaban tantos porteños a Chilpancingo. Dijeron que por los destrozos que dejó el Huracán Otis.

“Pero el presidente ha dicho en su mañanera que ya hay luz, agua, víveres y que todos son felices”, replicaron.


— “Esa es una mentira del tamaño de la vergüenza que ese señor no tiene”, respondieron.


Quedaron sentaditos para comer el primer plato caliente, a orillas de la carretera, a la entrada de Chilpancingo, luego de diez días de atunes enlatados, agua, atunes, agua, atunes agua y así, hasta que se agotó la despensa. Nomás quedó agua, de aguantarse.


— ¿La cuenta? Cuatrocientos pesos por un aporreadillo, un par de huevos con arroz y dos refrescos.

¿CUÁL ÉXODO?


Fueron, en Día de Muertos chiquitos y regresaron el de los mayores. Trajeron despensas y agua. Las repartieron. Trajeron una planta de luz para los vecinos. Repartieron la ayuda. Visitaron a algunos amigos afectados y compartieron el apapacho dado en Chilpancingo. Y otra vez al centro del estado.


Lo que en un primer viaje creyeron un éxodo, no fue tal. La capital del estado se llenó de acapulqueños. Abarrotaron hoteles y casas en renta. Se regaron por la ciudad. Compraron lo que a su alcance estuvo.


— ¿Por qué compran tanto?, reprochó una cajera de bodega Aurrerá, sucursal Chilpancingo, quien tiró la toalla ante las grandes filas de compradores.


Despertaron a los avaros que quieren tener grandes cantidades de objetos que sobrevaloran, incluso, sin importar los medios por los cuales puedan obtenerlos. Despertaron a uno de los siete pecados: la codicia.

Los comerciantes de Chilpancingo cuadruplicaron los precios de todo. Desde huevos, jitomates, chiles o tortillas, hasta plantas de luz o medicamentos.


La miseria humana hizo víctimas a los residentes de la tranquila Chilpancingo, cuyos habitantes supieron lo que es tener la llegada inesperada de fuereños que se comen lo que a ellos les es barato y cotidiano: sus alimentos.


Ese falso éxodo regresó al puerto con las manos llenas de agua y comida. Y fue buena noticia. Al fin alguien traía ayuda: ellos mismos.

EL REGRESO


Tomaron el camino de vuelta. Fueron testigos de la miseria humana de tipos vestidos con uniformes de la Guardia Nacional. Querían decomisar la mercancía de un camión cargado con víveres de ayuda que se dirigía al puerto de Acapulco.


— “Si no la entregamos nosotros no llevamos la ayuda”, retó el conductor antes de dar vuelta en el primer retorno y volver a la capital del país.


Fue un hecho aislado y no confirmaron si esos tipos fueron elementos de la Guardia Nacional, o eran disfrazados. Lloraron, sin embargo, al rebasar un convoy custodiado por militares.


Decenas de pipas de gobiernos de otros estados. Camiones con víveres y cientos de automóviles particulares, de todo el país, con paquetes que, evidente, es comida y agua.


— ¡Al fin!, lloraron.

LA LLEGADA


En Chilpancingo escucharon noticias. Leyeron en redes los medios de la ciudad de México. Salvo El Universal y Reforma, todos los medios privilegiaron el evento de la Fórmula Uno, en la Ciudad de México, con la presencia de los hijos del presidente.


Leyeron la declaración mañanera del inquilino de Palacio Nacional: “La luz ya está al 85% y el agua al 65%”, dijo. “Destinaremos dieciséis mil millones”, argumentó para lanzar fantástico plan electoral, como mecanismo de ayuda al puerto.


Creyeron que, en una semana, el presidente decía la verdad y la tragedia habría sido una extraordinaria pesadilla.


Al llegar lo mismo: militares regalando agua frente al Club de Golf y con faenas duras para dejar impecable el acceso a ese centro de diversión ¿de los pobres?


Al fin han salido cuadrillas estatales y municipales. Se ve a otras del gobierno de la Ciudad de México, Chihuahua o San Luis Potosí.


Se han puesto las pilas, luego de diez días.

PERO LA REALIDAD TIENE OTROS DATOS


Llegaron a un Acapulco donde Las Brisas y Joyas de Brisamar, tienen el 85% restaurada la energía eléctrica. Primero fueron los ricos.


Algunas colonias del Valle de la Sabana; El Coloso y Ciudad Renacimiento, al cincuenta por ciento y, el resto, a oscuras ¿Viven aquí los que no son ricos?


En los cerros, donde triste vive la gente, en casas de cartón, la desolación es muestra de un drama humanitario sin precedentes en México: Miles de estas casitas fueron borradas del mapa, con todo y sus habitantes. Ya no existen.


— Qué triste, vive mi gente, en las casas de cartón. Usted no lo va a creer, pero son casi veinte mil casitas desaparecidas…”

SI HAY BUENAS NOTICIAS


En algunas zonas del puerto se restablece poquito a poco la comunicación. En grupos de Whatsapp se sabe que la sociedad ha plantado cara a un gobierno federal rebasado, inclusive, por las autoridades estatales y municipales.


Las uñas con las que se rascan solos los acapulqueños se han hecho muchas.


Palazuelos, y famosos chefs de talla internacional. Restaurantes. Hoteleros. Empresarios comenzaron a ofrecer comidas calientes para todos.


La señora que vende bolillo con relleno en la CROM se instaló en la esquina de Azueta y Costera. Las filas son tan largas como las mentiras que, ya saben quién, dice sobre la tragedia.


La fábrica de hielo del mercado central ya vende. Se ofrecen puestos de empleo para limpiar, reconstruir.
Ya son cincuenta gasolineras las que venden combustible.


— El panorama es aun desolador. De miedo

ES LA GENTE


También ha sido buena noticia que la gobernadora, Evelyn Salgado y la presidente municipal, Abelina López, sí hicieron su tarea: el agua potable comenzó a llegar a la costera Miguel Alemán. Les falta un noventa por ciento para que todo Acapulco tenga el vital líquido.


La Comisión Federal de Electricidad sigue con su titánica tarea de reponer todos los postes de concreto de una ciudad con un millón de habitantes. Son ellos los héroes.


Pero no son tan héroes para lograr ese cometido, al cien por ciento, en apenas dos o tres semanas, como se miente, a diario, desde Palacio Nacional.

LA ZONA RURAL


Por la carretera de Metlapil, miles de damnificados de los ejidos de Acapulco claman, por comida y agua. Algunos se detienen y les dan algo. Otros ni los ven ni los escuchan.


Son poco más de 465 comunidades ubicadas en las zonas ejidales de Acapulco, en donde la tragedia fue similar, o peor. La lista de los desaparecidos, por allá, no son incluidas en la cifra fija de 47 muertos y 58 desaparecidos que, insiste el gobierno federal, ocurrieron por aquí.

UNA BUENA DEL GOBIERNO FEDERAL


Llegaron por cientos. Los hospedaron en tiendas de campaña en Chilpancingo. Comenzaron a censar a los afectados. Llegaron de muchos estados de la República. Ha censado, dicen, a 150 mil familias de la zona urbana.

No sabían que existía zona rural ni que en los cerros vivía gente en casas de cartón.

Ellos entregarán sus listas de damnificados a la Secretaría del Bienestar del Gobierno Federal, en donde evaluarán a quién si y a quién no le dan treinta mil para reconstruir su casa con daños mayores y ocho mil pesos mas durante tres meses.


— Esas son buenas noticias.

LA MISERIA HUMANA


Además de apoyo en créditos bancarios y exenciones de impuestos a los empresarios para reconstruir Acapulco, durante tres meses, el gobierno dará mas dinero a jóvenes con futuro y a los ancianos.

PERO. PERO. PERO.


Los diputados federales, incluidos los dos de Acapulco, Pablo Amilcar Sandoval y Rosario Merlín, aprobaron el presupuesto de la federación.


Al hacerlo votaron en contra de dotar a Acapulco de trece mil millones de pesos para su reconstrucción ¿Los dos senadores votaron en el mismo sentir?


La última y nos vamos: La secretaría de gobernación excluyó a 45 municipios de Guerrero como zonas de desastre. Nomás atenderán a Coyuca de Benítez y Acapulco.


Nomás. Así nomás. Así nomás se llama Miseria Humana, como la de algunos aspirantes a administrar bienes ajenos, en su beneficio: han comenzado con que ellos sí ayudaron a la gente.


EL REFORMA


El cuatro de noviembre, Reforma publica: “En Acapulco ya se restableció el servicio eléctrico”: AMLO
— Nosotros, en Acapulco, el cinco de noviembre, tenemos otros datos.


DE VUELTA


Ellos regresarán al puerto, como miles lo hacen, con poquita ayuda para poquita gente. Pero, dijera mi abuelita, de poquito en poquito se llena un jarrito.


— ¡Arre, acapulqueños!
— ¡No estamos solos!
— ¡Nos tenemos a nosotros mismos!

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