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Cultura

¿Cuánto sufrió Jesús en su pasión y crucifixión?

Hematidrosis, conmoción hipovulémica, baja presión sanguínea, nervios triturados y muchas cosas más padeció Jesús durante su pasión y muerte

Carlos Ulloa
marzo 29, 2024 3:55 am
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Estamos en los días santos en donde recordamos la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazareth, la cual está relatada en los 4 evangelios de San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan; cada uno cuenta diferentes perspectivas del suceso, pero ¿te haz preguntado cuáles fueron lo dolores que Jesús atravesó clínicamente durante el periodos de pasión y muerte?

La oración en el huerto de los Olivos

De acuerdo a Jorge Valenzuela, profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Monterrey, quien ha dedicado gran parte de su carrera al estudio médico de la tortura y fallecimiento del llamado Hijo de Dios y al esclarecimiento de detalles sobre el mismo detalla que Jesús era un hombre joven, saludable y en óptima condición física gracias a su profesión de carpintero y a que tenía que viajar largas distancias a pie para predicar.

Sin embargo, señaló que su angustia en el Monte de los Olivos, el abandono de sus seguidores y la sentencia expedida por Poncio Pilatos, ejerció un gran estrés emocional en él antes de su muerte.

“Cristo en el Monte de los Olivos presentó una condición médica que es bastante rara: sangre en el sudor. A eso se le llama hematidrosis y se presenta cuando una persona está expuesta a ansiedad extrema, ¿Qué es lo que pasa? Los vasos sanguíneos se rompen debido a la ansiedad y la sangre sale por la glándula sudorípara. Este tipo de ansiedad extrema también se vio en niños que vivían en Londres durante la Segunda Guerra Mundial y fueron bombardeados por los nazis”, explicó.   

La flagelación de Jesús

Las flagelaciones romanas eran conocidas por ser terriblemente brutales. Generalmente consistían de treinta y nueve latigazos. El soldado usaba un látigo con tiras de cuero trenzado con bolas de metal entretejidas. cuando el látigo golpeaba la carne, esas bolas provocaban moretones o contusiones, las cuales se abrían con los demás golpes. Y el látigo también tenía pedazos de hueso afilados, los cuales cortaban la carne severamente.

La espalda quedaba tan desgarrada que la espina dorsal a veces quedaba expuesta debido a los cortes tan profundos. Los latigazos iban desde los hombros pasando por la espalda, las nalgas, y las piernas. Mientras continuaba la flagelación, las laceraciones rasgaban hasta los músculos y producían jirones temblorosos de carne sangrante. Las venas de la víctima quedaban al descubierto y los mismos músculos, tendones y las entrañas quedaban abiertos y expuestos.

La víctima podía experimentar un dolor tan grande que le llevase a una conmoción hipovulémica. Hipo significa “bajo, “vol” se refiere a volumen y “émica” significa “sangre”, por lo tanto, conmoción
hipovolémica quiere decir que la persona sufre efectos de la pérdida de una gran cantidad de sangre. Esto causa 4 efectos:

  1. El corazón se acelera para tratar de bombear sangre que no existe.
  2. Baja la presión sanguínea, lo que provoca un desmayo o colapso.
  3. Los riñones dejan de producir orina para mantener el volumen restante.
  4. La persona comienza a sentirse sedienta porque el cuerpo ansía fluidos para reponer el volumen de sangre perdido.

La Crucifixión

Antes de pasar a lo clínico hablemos lo que significaba morir crucificado, El político y filósofo romano Cicerón consideró la crucifixión como el castigo “más cruel y aterrador” que podía existir.

“La sola palabra ‘cruz’ debería estar muy alejada no solo del cuerpo de un ciudadano romano, sino también de sus pensamientos, de sus ojos, de sus oídos”.

“De las tres formas más brutales de ejecutar a alguien en la antigüedad, la crucifixión se consideraba la peor“, comentó Louise Cillierse utora e investigadora del departamento de Estudios Clásicos de la Universidad del Estado Libre, en Sudáfrica en una entrevista a la BBC.

Amarrados o clavados, el castigo de la crucifixión buscaba “exponer y humillar” al condenado, era una muerte reservada a los peores enemigos para dejar claro que no se quería ver a nadie cometiendo ese mismo delito”.

También se aplicaba a esclavos y extranjeros, muy pocas veces a ciudadanos romanos.

En muchos casos se asociaba con la traición, con alzamientos militares, con terrorismo, con algún delito que hubiese conllevado a un derramamiento de sangre, es decir, cuando alguien era especialmente violento se le castigaba también con especial violencia.

Por eso llama mucho la atención de que a Jesús lo crucificaran, era un maestro que no había cometido ningún crimen.

La crucifixión

La muerte de Jesús fue todavía peor que la crucifixión común. No a todos los criminales condenados los clavaban a la cruz. Muchos eran amarrados.

A Jesús lo acostaron y clavaron sus manos en posición abierta en el madero horizontal. Esta viga se llamaba patibulum y en ese momento estaba separado el madero vertical, que estaba clavado al suelo de forma permanente.  

Los clavos que los romanos usaban eran de trece a dieciocho centímetros de largo, afilados hasta terminar en una punta aguda. Se clavaban por las muñecas.  

El clavo atravesaba el nervio mediano. Ese es el nervio mayor que sale de la mano y quedaba triturado por el clavo que lo martillaba. Este dolor es similar al que uno siente cuando se golpea accidentalmente el codo y se da en ese huesito (en el nervio llamado cúbito), pero ahora imagina tomar un par de pinzas y presionar hasta triturar ese nervio, ese dolor es similar al que Jesús experimentó.  Al romper ese tendón Jesús y por tener sus muñecas clavadas, Jesús fue  obligando a forzar todos los músculos de su espalda para poder respirar.

Cuando Jesús fue alzado para unir el madero con el poste vertical se procedió a clavarle los pies Nuevamente los nervios de los pies fueron triturados y eso debe haber causado un dolor similar al de las muñecas.

Al momento de estar en posición vertical sus brazos se estiraron intensamente, probablemente 15 centímetros de largo y ambos hombros debieron haberse dislocado (solo tome en cuenta la gravedad, para sacar su conclusión), lo que confirmaba lo escrito en Salmos 22 “dislocados están todos mis huesos”.

La muerte de Jesús

Una vez que la persona cuelga en posición vertical, la crucifixión es una muerte lenta y agonizante por asfixia. La razón es que la presión ejercida en los músculos pone el pecho en la posición de inhalación. Básicamente, para poder exhalar, el individuo debía apoyarse en sus pies (fijos con clavos al madero) para que la tensión de los músculos se alivie por un momento. Al hacerlo, el clavo desgarraría el pie hasta que quede finalmente incrustado en los huesos tarsianos

Después de arreglárselas para exhalar, la persona podría relajarse y descender para inhalar otra bocanada de aire. Nuevamente tendría que empujarse hacia arriba para exhalar raspando su espalda ensangrentada contra la madera áspera de la cruz.

Este proceso continuaba hasta que la persona ya no pudiera empujarse hacia arriba para respirar. Entonces moría.

Se trataba en muchos casos de una muerte lenta, a la que se llegaba tras un fallo multiorgánico que era causado por un colapso circulatorio debido a un shock hipovolémico.

Jesús aguantó esa situación por poco más de 3 horas hasta morir de un paro cardiorrespiratorio de acuerdo al ya mencionado profesor de medicina Jorge Valenzuela.

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