José Antonio Rivera Rosales
La cargada política en favor de quienes aspiran a la Presidencia de la República dejó de lado la vergüenza y el decoro que debieran ser prendas obligadas entre los pretensos.
Vamos, ni siquiera aparecen en escena las virtudes pregonadas por el jefe político de Morena: no mentir, no robar, no traicionar.
Por lo menos, no en el caso de la alcaldesa Abelina López Rodríguez -quien aspira a reelegirse- y del senador José Narro Céspedes, quienes tendrán que explicar ante la justicia su proceder corrupto con el caso de la desaparición de dos marinos adscritos a la Secretaría de Seguridad Pública de Acapulco (SSP), hechos ocurridos en marzo del año pasado.
De acuerdo con trascendidos confiables, la Fiscalía General de la República (FGR) solicitó y obtuvo orden de aprehensión contra el capitán de corbeta Maximiliano Serrano Pérez, quien fungió como titular de la SSP cuando se produjeron las desapariciones.
Aunque no se ha hecho público, los trascendidos apuntan a que el mando militar sería aprehendido en estos días para que responda por supuestos cargos de ocultamiento de información relacionada con ese ilícito, del cual Abelina dice no saber nada.
Según las informaciones que han trascendido del expediente legal, tanto Abelina como Narro dicen desconocer todo lo relacionado con los marinos desaparecidos. Claro que ambos buscan deslindarse de las consecuencias legales de un caso tan delicado, en particular en un momento de efervescencia electoral como el actual.
Que nos perdonen por contradecirlos, pero ambos mienten.
Como se hizo del conocimiento público, entre el 6 y 7 de marzo de 2022 dos marinos adscritos a la SSP desaparecieron misteriosamente cuando brindaban seguridad al senador José Narro Céspedes, quien previamente lo había solicitado por escrito a la alcaldesa.
Los marinos desaparecidos respondían a los nombres de Oscar Manuel González Andrade y Victoriano Rodríguez Zurita, quienes para cumplir con su encomienda portaban un fusil Sig Sauer 5.56 milímetros y una escuadra 9 milímetros, no obstante lo cual fueron sometidos por un grupo de hombres armados sobre la Autopista del Sol a la altura de Tres Marías, en territorio de Morelos. A partir de ese momento, al parecer la tarde del 6 de marzo, nada se sabe de ellos.
Con el tiempo surgieron nuevos datos vinculados con estos hechos que aportan indicios sobre actos delictivos de suma gravedad presuntamente cometidos tanto por Narro como por la alcaldesa.
¿Qué fue lo que pasó aquí?
Pues que con el paso del tiempo y el avance de las investigaciones federales -porque el caso fue retomado por la Fiscalía de la República- se determinó que ese día 6 de marzo los marinos se pusieron a las órdenes del senador Narro en un restaurante de la Ciudad de México, donde el legislador federal departía con el gobernador electo de Tamaulipas, el también morenista Américo Villarreal, y con el empresario Gerardo Teodoro Vázquez Barrera.
Américo Villarreal está en el primer año de su mandato en Tamaulipas y es señalado por tener algún tipo de vínculo con los grupos de ese estado fronterizo, entre ellos el Cartel del Noreste (Zetas) y otras organizaciones criminales.
Por su parte, Vázquez Barrera resultó ser operador financiero del Cartel del Noreste, integrado por los llamados Zetas Vieja Escuela, que tiene el control del paso fronterizo de Nuevo Laredo y forma parte del conglomerado de grupos criminales que mantienen agobiada a la población con enfrentamientos, secuestros, cobros de piso y asesinatos a mansalva.
La reunión de ese día fue documentada también por la prensa, que dejó en claro que los tres personajes clave del encuentro fueron Narro Céspedes, Villarreal y Vázquez Barrera, a quien conocían en Acapulco como Gerardo Ayerdi, seudónimo que le permitía ocultar su verdadera identidad.
Vázquez Barrera regresó a Acapulco esa tarde noche con los marinos y corrió la misma suerte: fue levantado y desaparecido por sicarios de un grupo criminal, situación que no se ha determinado, aunque los investigadores piensan que fue un grupo a las órdenes del Cartel del Noreste. Aunque también pudo ser un grupo criminal de Guerrero.
La clave aquí es que Vázquez Barrera era nada menos que asesor tanto de Abelina como de Narro, o por lo menos así lo consideraban algunos cercanos a ambos personajes políticos.
En realidad -y aquí es donde parecen centrarse las investigaciones- Vázquez Barrera financiaba tanto a Abelina como a Narro en torno de sus objetivos y metas políticas. Es decir, ambos personajes recibían recursos de un cartel del narcotráfico.
Cuando llegue el momento de los careos, que seguro llegará, el capitán Serrano tendrá que revelar quién le dio la orden de asignar escoltas a un operador de un grupo delictivo. Fue Abelina, eso es obvio, como también resulta obvio que el mando sólo acató esas órdenes.
Entonces el trato era directo entre Abelina y Vazquez Barrera, quien la apoyó financieramente durante su campaña, como igual pasó con Narro Céspedes, quien estaba engolosinado con la idea de liderar el Senado de la República. Para los investigadores resulta obvio que ambos estaban subsidiados por el Cartel del Noreste.
Pero ahora súbitamente ambos sufren de amnesia y hasta dicen no conocerse, conducta abyecta que pinta a Abelina de cuerpo entero.
A todo esto ¿Qué tendrá que decir Marcelo Ebrard sobre su principal operadora política en Guerrero?