Por Ricardo Castillo Díaz
El 29 de julio de 2023 fue asesinado a balazos en un peligroso tramo de la Autopista del Sol, el empresario José Guadalupe Fuentes Brito, igual que su hijo de 20 años de edad. Su esposa resultó herida.
Horas después, el aspirante presidencial Marcelo Ebrard lo reivindicó como compañero suyo, mediante un inusitado tuit, donde además adoptó un tono igualmente inusual, y literalmente le exigió al gobierno morenista de Guerrero investigar.
Medios de comunicación nacionales, preponderantemente críticos al presidente Andrés Manuel López Obrador y a su llamada Cuarta Transformación, ofrecieron cobertura inmediata al asesinato de quien rápido adquirió la categoría de “operador político” de Ebrard en el estado, aunque ni siquiera los periodistas locales tenían registro de su persona o giro empresarial.
Ebrard encontró allí la pólvora que necesitaba, para estallar su rezagada carrera por la candidatura de Morena: prendió la mecha y de buenas a primeras todo mundo comenzó a hablar del empresario asesinado en Guerrero, que para entonces ya había sido elevado al rango de “cercano a Marcelo”. Todos los medios, todos los días.
Nadie se detuvo a reportar que el crimen ocurrió en un tramo tan inseguro, donde desde hace años se reportan robos de vehículos constantes. Y sin mayor sustento hasta se llegó a asegurar que se trató de una agresión directa contra el empresario, que ni era operador político y mucho menos cercano del excanciller, en todo caso un entusiasta simpatizante.
Así, el foco se centró en Guerrero y las conjeturas de los analistas nacionales cargados en favor de Ebrard, o contrarios a Morena, –que casualmente resultan lo mismo– comenzaron a enfocar sus baterías en contra de la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, porque se le achacó una supuesta explosión de violencia, y al mismo tiempo su apoyo a Claudia Sheinbaum. Hasta se ventiló sin escrúpulos su vida privada.
Una perversa estrategia, que sólo podría venir de los adversarios, comenzó a echarse a andar en lo local, y estableció como línea de comunicación central el rumor de que el gobierno federal ya analizaba el caso de la inseguridad en el estado, y que la gobernadora estaba a punto de caer. Nada más absurdo.
Ebrardistas, priístas, perredistas y panistas, todos ellos antifelixistas que aún no superan la doble victoria que tuvo desde 2021 el senador de Morena, Félix Salgado Macedonio, escribieron la telenovela de una conspiración en la que también participarían periodistas ¡para tumbar a los poderes establecidos! Una ridícula versión, que incluso fue reportada por la mafia que sigue enquistada en el aparato de gobierno, y que fue comprada sólo por los más ingenuos.
Hasta allá llegó la intriga de Marcelo Ebrard y los suyos, contra una gobernadora de su propio partido, aprovechada en el río revuelto por la oposición, con el desaforado afán de ganar unos cuantos puntos de las encuestas en la recta final de la contienda de Morena, que como se ve tampoco pudo conseguir.
Hoy Ebrard sube el tono y dobla la apuesta en la 4T, con toda suerte de rumores, ardides y estratagemas, sin importar el daño irreversible que pueda causar al mismo proyecto y a sus propios compañeros, con tal de arañar un porcentaje que lo ubique en una mejor posición para negociar.
Ya lo hizo contra la gobernadora de Guerrero sin mayores consecuencias. Y ahora, ¿por qué no habría de hacerlo contra Morena, contra el Presidente, contra Claudia y contra quien se ponga en medio de su aspiración?