Por José Antonio Rivera Rosales
¿De verdad? ¿El PRD va a postular a la senaduría a Evodio Velázquez?
Ya se veía venir, pero comprobar que incurrirán en esa desmesura, resulta inaudito. Hay que ser muy cara dura para tomar decisiones como esa, especialmente porque el PRD -que nació como la verdadera izquierda mexicana– trae sobre sí la pesada lápida de los acontecimientos de Iguala. Sólo es cuestión de hacer un poco de memoria.
En 2014 cuatro figuras, conocidas como Los Cuatro Fantásticos, decidían sobre los temas suntativos en el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Esas cuatro figuras eran David Jiménez Rumbo, Víctor Aguirre Alcaide, Sebastián de la Rosa Peláez y, desde luego, Evodio Velazquez Aguirre.
Pero esta historia comenzó en 2011, cuando el candidato Angel Aguirre Rivero se movía en todo el estado en busca del voto popular que lo llevaría a la gubernatura. Aguirre Rivero logró captar más de 650 mil votos que le garantizaron un vasto capital político en el ejercicio del poder.
Por esas fechas, Lázaro Mazón Alonso, uno de sus coordinadores de campaña, le presentó a José Luis Abarca, a quien definió como un empresario exitoso que apoyaba al PRD. (Claro, cómo no va a ser exitoso, si operaba con recursos del capo Arturo Beltrán Leyva, caído en diciembre de 2009).
La misma operación la repitió Mazón Alonso con los cuatro dirigentes del PRD que finalmente, tras debatirlo, le concedieron a José Luis Abarca la candidatura perredista para la alcaldía de Iguala, pasando por encima de la encuesta exprofeso en la que el dirigente Oscar Díaz Bello obtuvo mejor puntuacion que Abarca.
Los cuatro dirigentes presentaron ante Aguirre la propuesta de Abarca para el municipio de Iguala, pero lo hicieron como una decisión consensuada entre las cuatro corrientes dominantes -decisión planchada, le dicen en el caló político-.
¿Pero fue todo de gratis?
Reportes de prensa de la Ciudad de México citan a Abarca diciendo que le salió barata la candidatura. En especial, los reportes mencionan a Jesús Zambrano Grijalba, líder nacional de PRD, como uno de los beneficiados de los pagos de Abarca.
Pero no sólo eso: en su libro El Rey del Cash, la autora Elena Chávez González le dedica varias páginas del libro al apoyo financiero de Abarca para el movimiento político del ahora presidente Andrés Manuel López Obrador, quien tan pronto estalló el escándalo del secuestro de los 43 de Ayotzinapa, desconoció al todavía alcalde.
Así, Abarca repartió dinero a manos llenas entre la dirigencia perredista para acceder a la presidencia municipal de Iguala. El colmo fue la conducta de Sebastián de la Rosa, quien a pesar de que ya era un escándalo el secuestro de los jóvenes por parte de policías y criminales, aun seguía defendiendo a Abarca.
Como consecuencia de esta conducta criminal, en su comunicado número 21, el grupo armado ERPI declara a la corriente Nueva Izquierda, de la que Sebastián de la Rosa era el dirigente, como cómplice de los funestos hechos de Iguala. A la fecha, el ERPI no ha dado marcha atrás en su definición.
Pero, bueno, el caso es que Evodio fue parte de este enjuague que tuvo el triste desenlace que todos conocemos.
Y como si nada hubiera pasado, en 2015 se postuló y ganó la alcaldía de Acapulco, donde su gestión fue considerada como una de las más corruptas de la historia reciente. Pero los suyos no sólo fueron señalamientos de corrupción.
En 2017, a mitad de su período, el puerto de Acapulco resintió la peor oleada de violencia criminal que arrojó un saldo de 70-74 asesinatos por mes en promedio, contra los 55 homicidios dolosos que se registran ahora. Pero tal parece que a Velázquez Aguirre nunca le importó ese derramiento de sangre.
En una ocasión le hizo un comentario a un abogado del narco: “Por favor, dile a Alex que lo aprecio y lo respeto”. Aparentemente se refería a Alejandro Magno, el entonces jefe del Cártel Independiente de Acapulco (CIDA), grupo criminal que tenía bajo asedio al puerto de Acapulco.
Por si esto no fuera suficiente, en 2018 selló un pacto con Adela Román, la candidata morenista a la alcaldía, a quien apoyó con una fuerte suma de dinero (se habla de cinco millones de pesos) a cambio de sólo ellos saben qué. Eso fue un acto de traición a su partido, el PRD, pues ayudó a la candidata opositora con recursos para asegurar el triunfo, en detrimento del PRD, claro.
Es por eso que suena a burla cuando las dirigencias perredistas, que encabeza Alberto Catalán Bastida, ponderan la lealtad partidista del exalcalde más corrupto que ha padecido Acapulco.
Algunos datos que permiten deducir los acuerdos entre Adela Román y Evodio Velázquez podrían encontrarse en la nómina municipal, donde el exalcalde perredista colocó a unos 450 empleados (gran parte de ellos operadores políticos), con base permanente sin merecerlo.
Otra condicionante pudo ser ¿no proceder legalmente por los faltantes y desviaciones presupuestales cometidos durante la administración evodista? Es cuestión de indagar para saber un poco más.
Pero las dirigencias perredistas de verdad que dan pena ajena (¿O es cinismo político?) al postular a semejante sujeto para un escaño senatorial. Catalán Bastida tendrá que dar explicaciones de esta conducta aberrante. De lo contrario, la historia se lo reclamará. Y la gente también, especialmente en el proceso electoral federal de 2024.
Sólo es cuestión de tiempo para constatarlo.